Silvia estaba cansada de pasarse la vida montada en un avión por los largos viajes, ya su profesión le parecía agotadora y además se sentía triste por estar sola. Por eso un día tomó la decisión de dedicarse a algo más emocionante, sí prácticamente llevaba una doble vida puesto a que de día trabajaba como azafata mientras que en las noches la perversión y pasión se apoderaban de ella, desnudaba su cuerpo para muchos hombres y de vez en cuando se pasaba por la piedra a uno que otro cliente que al final marchaba feliz y es que ninguno de ellos imaginaba con qué clase de zorra follaban.
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